Cuento de Navidad

La chimenea del salón ya no prendía como en inviernos anteriores. Una pequeña llama fatua daba calor y luz a una habitación fría donde las fotos antiguas de la encimera ya apenas reflejaban la historia y vida de tiempos mejores. La plata de la estantería era más bien cobre, níquel y alpaca oxidada. El viejo diploma que encabezaba el salón que un día fue un motivo de orgullo, ya solo tenía el valor que tiene un cuaderno garabateado. Álbumes y álbumes llenos de recuerdos que se perdieron en la memoria. Una memoria que ya no es memoria, sino la playa que hay en una de las costas del mar de las penas.

No hay con quien brindar. Rubén ya no está y Martirio no tiene a nadie con quien brindar. En la cocina han sobrado tres raciones de pescado, reservadas para los hijos que nunca tuvo. Aún mantiene esa ilusa y absurda esperanza de que llamen algún día a la puerta y aparezcan con sus hijos, y que estos al verla griten un “¡Feliz Navidad, abuela!”

¿Hace tanto tiempo ya de esas Navidades en las que no tenía que acudir una señora pagada por quién sabe qué departamento del estado a encender la chimenea y vigilar que la vieja no hubiera muerto? ¿Hace tanto qué se fue Rubén? ¿Llegó a existir o solo es un producto de su vieja y anclada imaginación?

“Requiescat Rubén” pensaba la vieja Martirio con la copa en la mano, mientras intentaba esconder el resto de su cuerpo en la mesa camilla. Requiescat.

Los muebles de madera crujían tanto como las piernas de la anciana. Posiblemente tuvieran una edad parecida. Es curioso como en un lugar tan inhóspito fuera posible que el timbre pudiera sonar en una noche como Nochebuena. ¡Ding dong!

Martirio siempre pensó que el día que el timbre volviera a sonar iría corriendo hacia la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, su paso fue muy lento y tembloroso. Un pestillo, la cadena y el pomo hacia dentro.

Era evidente que no iba a bajar por la chimenea encendida así que decidió llamar al timbre y entrar por la puerta con su saco de regalos. Su hijo, su nuera y su nieto. Tres raciones de comida. “Ya estamos aquí mamá, nos hemos retrasado un poco.” “¡Feliz Navidad, abuela!”