Carlos Herrera: "Los periodistas somos menos influyentes de lo que algunos queremos"

En un pequeño y coqueto estudio de un ático de la calle San Fernando se hace cada día uno de los programas  más influyentes –quizá el más-- de la radio española. Su director, conductor y artífice, es Carlos Herrera Crusset, 54 años, almeriense recriado en Mataró y “nacionalizado” en Sevilla. Un líder de opinión capaz de crear un estilo propio, crítico y desenfadado, con sabor actualizado de la radio antigua en que aprendió el oficio.



P: 2011 ha sido un año de cambios, el PP ganó en las elecciones municipales y ahora también empezamos el año 2012 con nuevo gobierno, ¿ Va a ser tan crítico con este nuevo gobierno como con el socialista o quizás un poco más suave?
R: Usted que cree… (Se ríe mientras se quita unas gafas imantadas) Jaja, nono. A los gobiernos hay que juzgarles por lo que hacen. Juzgar por prejuicios ideológicos, personales, de simpatías es un error. Sobre todo porque te conduce a hacer malos análisis. Lo primero que he dicho de este gobierno es que le ha crecido un pino socialdemócrata en el pecho y entonces, ha sentido tanto la necesidad de priorizar tanto el ajuste que se ha visto obligado a subir los impuestos. Exactamente, todo lo que han dicho que no harían. Entonces, cuando alguien a las 24 horas hace algo que ha jurado que no haría es que algo ha funcionado mal, o antes o después. Con lo cual, empieza su andadura en este gobierno con una disfunción entre su percepción y la realidad. Eso no es un buen signo, por más que sea necesario subir los impuestos o no, en todo caso sería discutible… Así que ya por ahí hemos empezado a ser críticos.

P: A pesar de ser crítico con Zapatero, usted mantenía un buen hilo de amistad con él. ¿Cómo espera que sea su relación, a partir de ahora, con Rajoy, al que se ve bastante más distante en el trato?
R: Vamos a ver, yo era crítico con Rodríguez Zapatero, y lo sigo siendo, pero no con la persona. Era crítico con el político Puedes disentir pero mantener unas buenas relaciones personales, que en el caso de Zapatero es fácil mantenerlas porque se trata de un buen tipo. Rajoy es más tímido, tiene una introspección mayor. Es más difícilmente abordable a pesar de que es un hombre cordial. Conozco a Rajoy desde hace muchos años y jamás le he escuchado decir una tontería, todo sea dicho, aunque no sea un hombre de genialidades. Pero es un hombre de constancia y de trato cercano, aunque no excesivamente cálido.


P: Bueno, pasando a lo estrictamente profesional, ¿Qué criterio de selección de tertulianos utiliza?
R:El más variado posible. Intento que sea gente con diferentes puntos de vista, pero dentro de un orden. No me gustan las tertulias de provocadores, simplemente por tener provocadores, sin que detrás del fuego no haya nada. Por lo tanto, me gustan, en primer lugar, los periodistas. El periodista que maneja la información y luego tiene una capacidad analítica suficiente y contrastada que le aporte brillantez a la tertulia. La de hoy por ejemplo; era cada uno de su padre y de su madre, y gracias a ello ha surgido la chispa de la controversia. Hacer tertulias planas de una sola lectura puede ser muy rentable de cara a una idea política, pero es muy aburrido.


“Jamás le he oído una tontería a Rajoy”


P: Usted se denomina a sí mismo “locutor”. Otros huyen de ese concepto y prefieren ser llamados “presentadores” o “conductores”. ¿Dónde está la diferencia? ¿Cuál es su marca personal?
R:Mire, a mí me gusta la palabra locutor porque es una palabra antigua. Y a mí la radio antigua que se ha hecho en España me sigue gustando mucho, y me gustaba cuando a los locutores se les llamaba locutores. Ahora parece que no se les puede llamar así. Todo el mundo busca eufemismos como conductores o realizadores.

P: ¿Cuál de esos locutores antiguos le ha influido más?
R: Luis Arribas Castro, locutor de Barcelona de la Cadena SER. Ha sido el gran genio de la radio moderna. Murió hace poco por cierto. Fuel el gran creador, el gran renovador, el muñidor de sonido. Era un realizador extraordinario. Porque hay buenos locutores pero realizan muy mal. Él lo hacía todo perfecto

P: Tanto en televisión como en radio, ¿qué entrevista le ha impactado más?
R: Normalmente impactan más los personajes significados, pero llegan a las entrevistas con el guión aprendido. Tienes que torear más o menos, pero son toros muy toreados. A mí normalmente me impresionan más las entrevistas con aquellos que no vienen toreados, que son la gente de cada día. Por decirle dos de los últimos 10 años, recuerdo un día que entrevisté a un joven esquizofrénico y otro en el que entrevisté a un hombre que empezaba a padecer los síntomas del Alzheimer con tan solo 44 años. Fueron entrevistas de unos 20 minutos, pero fueron muy duras por los testimonios, y eso pues me deja mucho más poso que por ejemplo entrevistar a un jefe de estado, que puede ser interesante y tal. Pero la gente del día a día te deja a veces más heridas y más muescas en el sentidero.


“No me gustan las tertulias de provocadores”


P: Usted ha trabajado en la televisión. Después de probar la radio, le gustaría volver algún día?
R: Vamos a ver, yo he trabajado en la tele de “prestao”. Mi trabajo es la radio. He hecho televisión, con toda la voluntad del mundo y con desigual acierto. Lo que pasa es que primero; no me apetece, segundo; no e acaba de gustar, tercero; creo que ya estoy mayor para hacer la televisión que se hace ahora, y cuarto; creo que a la televisión hay que ir de vez en cuando y ya está.

P: También participa en los medios a través de internet. Tiene usted un videoblog para la web de ABC, también su programa tiene contacto con los oyentes a través de las redes sociales, ¿qué opina de estas, tan de modas últimamente en el mundo de la comunicación y el periodismo?
R: Bueno, son simplemente unos instrumentos más. Las redes sociales permiten desahogos personales de mucha gente que está en contacto, que se conocen, que establecen conexiones. Eso no es necesariamente malo. Las redes sociales contemplan también indudables peligros. Son una invitación a la exageración por parte de muchos que sueltan como si fuera gratis cosas que no dirían jamás en un estado público si tuvieran la mínima responsabilidad. Aún así es un instrumento para trabajar interesante que nos permite tener retroalimentación. En mi caso interactividad con los oyentes que me permite saber si lo que estoy haciendo tiene un impacto negativo o positivo, y eso es una información muy útil.


“Estoy mayor para hacer la TV que se hace ahora”


P: Usted estudió medicina, ¿qué piensa de los estudios del periodismo? ¿Cree que es necesaria la profesionalización?
Yo soy partidario de hacer un ciclo que fuera cualquier carrera superior, una diplomatura. Y ya después con dos años de puesta a punto para el periodismo creo que sería suficiente. De esa manera vendría uno con una diplomatura en derecho o en económicas o incluso medicina, con una diplomatura antigua que eran 3 años. Ahora creo que el grado son 4 años ¿no?

P: Sí, el grado 4, y la licenciatura 5
R: Pues un grado o un primer ciclo, que serían dos años y luego un posgrado de técnica periodística.

P: Su programa lo escuchan cada mañana dos millones y medio de personas. ¿Es mucha presión saber que su opinión va a tener una gran influencia para tantas personas o más bien un motivo de orgullo?
R: No es incompatible lo uno y lo otro. Es motivo de orgullo indudablemente. Aún así creo que los periodistas somos menos influyentes de lo que algunos de nosotros queremos. Un periodista puede poner por la mañana un “sapo” a un ministro en el desayuno pero poco más. El ministro se lo desayuna porque después el tiene el BOE que es el que tiene el poder y no nosotros. Pero también tener dos millones y medio de oyentes me hace ser consciente de que hay que ser muy responsable con los mensajes que se dejan caer. Porque a través del micrófono, un comentario que consideras liviano, inocente o fútil puede afectar, o más bien molestar, a mucha gente.

P: ¿Por ejemplo?
R: Si yo dijo “este ciudadano está hecho un perro judío” o “no seas gitano, no me quieras robar” pueden llamarme personas judías o gitanas razonablemente ofendidas. Esas pequeñas cosas hacen, no que seamos políticamente incorrectos, que es otra cosa distinta, pero sí que seamos muy responsables con lo se está diciendo. Hay que medir mucho el alcance de las palabras porque pueden afectar a mucha gente.

P: Bueno que le parece si para acabar, usted como buen gastrónomo que tengo entendido que es, y al ser el suyo el único programa importante de carácter nacional que se graba en Sevilla, recomienda algún lugar para tomar algo por la ciudad.
R: Claro, le recomiendo F5, que es un sitio de copas magnífico en el Paseo Colón y donde además a mediodía el tapeo es extraordinario. Además también está la Bodega Romero, o Trifón, Coma, o Moreno que también forman parte de mi ruta habitual.

P: Cocinan sin mantequilla supongo.
R: Bueno, por supuesto, la mantequilla es un detritus. Debía estar penada por ley, y en esto, no soy políticamente correcto.

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