Una desilusión de color

Admitámoslo, las esperanzas e ilusiones que casi todo el planeta tenía en el actual Presidente de los EEUU, Barack Obama, se han ido desvaneciendo con estos primeros años de mandato. Todos nos preguntamos qué ha sido del hombre que iba a cambiar el mundo; el hombre que apostaría por la Paz Mundial, por llevar a cabo la gran reforma sanitaria que su país necesita, el hombre que cerraría Guantánamo, que terminaría con la crisis mundial, que bajaría las tasas de paro de su país- ahora en su máximo histórico- en definitiva, el hombre del YES, WE CAN.

En su favor podríamos decir que no fue por falta de ganas, pero sus grandes promesas electorales, Guantánamo y la Reforma Sanitaria, eran quimeras que cualquiera de sus asesores políticos- o cualquiera que entienda un poco sobre política- sabía perfectamente que eran inviables.

¿Qué se suponía que implicaba cerrar un campo de concentración y tortura, en tierra de nadie, con el mayor número de criminales por metro cuadrado del mundo? La extradición de los presos no iba a suponer, en ningún caso, un aumento de cariño hacia ellos en sus nuevos lugares de acogida. Ante la falta de voluntarios para dar la bienvenida a criminales, una vez cerrada, se tuvieron que volver a abrir las puertas de este espeluznante lugar.

El otro gran punto, la Reforma Sanitaria, es una necesidad evidente. El país más poderoso del mundo no puede poner la “Seguridad Social” (un concepto inexistente allí) en manos exclusivamente de los que se la puedan permitir. Pero el problema es visible. En medio de esta crisis mundial es imposible realizar un gasto tan costoso como hacer del seguro privado un servicio público.
La imagen interna del Presidente se ha desvanecido bastante. Su partido perdió las elecciones del Congreso, por lo que casi todos los intentos de nuevas leyes serán abolidos por el T Partie. En dos años, la gran esperanza de la humanidad se ha visto con las manos atadas.

La imagen externa también se ha visto perjudicada. Un Nobel cuya legitimidad todavía está muy cuestionada, en parte por los despliegues militares en Afganistán, Pakistán y Libia, o por el precio que se está dispuesto a pagar por unos cuántos barriles de petróleo.

¿Qué nos queda? La triste realidad de que el mundo miró el color más que su programa político. Claro que también se perdona ya que ninguno querríamos que MCain o Sarah Palin hicieran estragos y pudieran causar un crack peor que el del 29 o una lll Guerra Mundial.

No va a cambiar el mundo, pero debemos tener confianza en que al menos no acabe con él. Estos cuatro años los ha perdido, pero esperemos que haya aprendido para los cuatro siguientes.

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